martes, 22 de julio de 2014

La farola que competía con el sol

Fuerte, alta y hermosa, ¡nunca encontrarás una farola más bella que Linda!
A las nueve se despertaba cada mañana. Su ojo se abría poco a poco, parpadeando. La luz alumbraba levemente las primeras horas de la mañana. Todos los días hacía lo mismo, cuando sus amigas dormían, ella decidía vivir.
Le gustaba ver amanecer, disfrutar del calor del día, ver pasear a la gente, sus charlas, los colores,... Incluso se entretenía con aquel anciano que, siempre, antes de entrar a su portal, se paraba a mirarla con ojos tristes. Era el único que se fijaba en ella, ¿por qué?

Era preciosa, pero nadie parecía valorarla.
Siempre competía con el sol. Con fuerza hacía intensificar su luz, pero era difícil superarlo. Cuando llovía o el día estaba nublado parecía conseguir algún logro, pero era temporal e insatisfactorio.

A veces la bella farola se enfadaba. ¡Cómo le gustaría hablar con su creador! ¿Como la fabricó así? ¿Acaso esa persona vivía de noche? No, ¿verdad? La tendría que haber hecho más potente, con capacidad de asombrar al mismo sol.
Conversaba con ella misma, ya que las demás siempre dormían de día, ¡que aburridas!
Hacia mucho tiempo que no hablaba con su vecina Estrellita, ni con la simpática Lucero. Cuando abrieron por primera vez sus ojos se hicieron grandes amigas, pero Linda siempre tuvo ganas de vivir de día. Una vez lo propuso pero sus amigas no la apoyaron, según decían no estaban hechas para eso. Enfadada decidió vivir a su manera.
Pero... ¡Las echaba tanto de menos! ¿Y si alguna noche las saludaba antes de irse a dormir? 
No, mejor no... Seguro que la criticaban o se reían de ella. 

Tan ensimismada estaba que no se había dado cuenta de que había empezado a anochecer. De repente:

- ¿Linda? - Dijo una dulce voz a su lado

Nuestra amiga sorprendida empezó a cerrar su ojo, ¡como no se había dado cuenta de lo tarde que era! 

- Linda no te vayas, ¡quédate con nosotras! - Dijo una voz más ronca. Lucero ya brillaba intensamente. 
- Hola...
- Hola amiga, ¿cómo estás? Hace mucho que no sabemos de ti. ¿Cómo te va? - preguntó Estrellita 
- Bien, disfrutando del día... - dijo poco convincente
- Y, ¿por qué de vez en cuando no disfrutas de la noche? Te echamos de menos...
- ¿Y qué tiene la oscuridad? ¿Acaso me puede ofrecer algo? Es negra, triste y puede dar miedo...
- No hablo de la oscuridad, sino de lo que puedes alumbrar - explicó Lucero -. Al principio, no entendíamos muy bien por qué nos habían puesto aquí y haciéndonos vivir en la noche, alguna vez yo también pensé en vivir de día. Pero después me he dado cuenta que alumbrando en la noche es como más puedo ayudar.
- ¡Cierto! - continuó Estrellita - Linda, damos luz a los pájaros que van hacia su nido, a los insectos que revolotean locamente a nuestro alrededor sin poder apartar sus ojos de nosotras, pero lo mejor, es que podemos mostrar el camino a las personas que pasan por aquí. Cuando estabas apagada, por tu lado no pasaba nadie, tenían miedo de tropezar, pero ahora pasan muy cerquita tuya confiando en la luz que das. ¡Fíjate!

Linda miró atentamente al suelo, una madre con su hijo, de unos 3 años, pasaban tranquilamente a su lado. El niño miró hacia arriba, sonrió y señaló con su pequeño dedo:
- ¡Bonita!
La madre miró al niño y luego a la farola con una sonrisa. Linda estaba asombrada, ¡que sensación más bonita tenía dentro!
- Además, nuestro creador siempre nos observa. Vive en ese portal y desde su ventana nos mira. Hoy la tiene cerrada pero estoy segura de que está ahí. Se pone muy triste cuando se asoma y te ve sin luz.

Entonces se abrió el portal. El anciano que solía ver todas las mañanas se acercó a ella con una gran sonrisa.

- Por fin Linda, ¡cómo me gusta verte de nuevo alumbrar en la noche a los perdidos!
- ¿Eres el creador? - una terrible vergüenza recorrió su cuerpo metálico
- Si Linda, yo te hice y te puse ahí. Conozco tu nombre, mecanismos y hasta tu testarudez, pero también sabía que en algún momento volverías a cumplir la función para la que fuiste hecha. Solo esperaba a que tomaras la decisión.
- Perdoname...
- Eso está hecho, quédate conmigo y guía en la oscuridad a los que te necesitan.


Dios nos creó, nos conoce por dentro y por fuera, pero nos da libertad para tomar decisiones. Podemos decidir vivir nuestra vida o andar bajo el propósito para el que nos puso aquí. 



"Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos." Mateo 5:14-16

No hay comentarios:

Publicar un comentario