domingo, 22 de noviembre de 2015

Las "vacunas" de Dios

A veces no encontramos en situaciones muy complicadas que no estamos seguros de si seremos capaces de afrontar. Son "vacunas" de Dios.

Las vacunas normalmente son pequeñas dosis de un virus o principio orgánico que convenientemente preparado se inocula a una persona o a un animal para preservarlos de una enfermedad determinada (según la RAE).

Dios nos pone en situaciones complicadas para que al superarlas con su ayuda estemos "vacunados". Igual que el sistema inmunológico de nuestro cuerpo aprende a defenderse con las vacunas, nuestros sentidos, nuestra mente y nuestro espíritu, se prepara, queda "vacunado", para que en un futuro podamos enfrentar retos muchos más grandes.

Pequeñas dosis de situaciones complicadas nos hace ser guerreros que no se dan por vencidos. Dios nos enseña a pelear la batalla diaria.




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miércoles, 18 de noviembre de 2015

Pedir perdón

Cuando un niño hace algo malo, normalmente los mayores le enseñamos por qué está mal y le decimos que tiene que pedir perdón. Incluso le empujamos literalmente a hacerlo.

Pero, ¿nosotros lo hacemos?

A veces nos frena el orgullo o el pensar: "¿Para qué hacerlo? Seguro que no me perdona" o "¿Y si usa lo que yo diga contra mí? ¿O se ríe?". Pero Dios quiere que estemos bien, que nos respetemos y haya paz. Sin eso no podemos tener comunión con Dios.  Significa tomar las riendas del asunto y pedir perdón... Admitir nuestra falta, pedir a Dios que nos perdone y también a la persona a la que hayamos ofendido (aunque esa persona también nos haya ofendido en algún momento). Hay que hacerlo de corazón, con humildad...
El tiempo, no lo cura todo...


Si hacemos nuestra parte y esa persona no nos perdona, entonces dejemos todo en manos de Dios y estemos tranquilos. Él otro seguirá resentido, pero Dios conoce nuestros corazones y nuestros actos. Romanos 12:18

martes, 17 de noviembre de 2015

El mensaje a Laodicea

Cuando la iglesia es neutral, acomodada, tibia,... Dios no está. Pero Él llama a la puerta ¿Alguien abrirá?


Ya sabes... El que tenga oidos, oiga.


jueves, 12 de noviembre de 2015

Prisioneros de la amargura

Perdonar puede ser una decisión difícil. Pero Jesús me perdonó antes de haber nacido, antes de haber hecho nada, antes de decidir seguirle... Y te aseguro que yo no lo merezco.
Y si Jesús es mi modelo a seguir... Aquí tampoco puedo hacer excepciones.

Ya no es solo dar el perdón a alguien, también significa liberarme de la amargura que produce el rencor.

Cuando decidimos no perdonar abrimos una brecha a merced del Diablo. Todo lo relacionado con la persona que nos ha hecho daño se nos vuelve amargo y la crítica se apodera de nosotros. El odio y la búsqueda de venganza nos hace esclavos. No podemos estar bien con todos, hay veces que la otra persona no pone de su parte, pero si podemos decidir perdonar.
Perdonar no significa olvidar. Significa dejar de recriminar. Es dejar de tolerar abusos, pero confrontándolos con amor.
Es complicado llegar al punto perfecto de la balanza, pero el alivio que produce al alma es inigualable.

Todo es un camino, y aprender a perdonar no es una excepción. Pero para ello primero hay que amar, como Dios lo hizo. ¡Uff! Más difícil todavía, ¿verdad?

Pero si no se ama, ¿de verdad se perdona?

;)