lunes, 20 de enero de 2014

Sin miedo a ser diferente

Muchas veces ser diferente está mal visto. Si nos salimos de lo establecido por la sociedad como "normalidad", podemos ser señalados por ser distintos y no adaptarnos a lo que todos ven con buenos ojos. ¿Quién establece esta normalidad? El ser humano.
Pero si partimos de que el ser humano no es perfecto, ¿por qué van a ser correctas esas normas no escritas? Además, esas reglas van cambiando a lo largo del tiempo y dependiendo la cultura, no es algo estable.

Jesús también pasó por el dilema de ser o no diferente cuando vino al mundo. Se enfrentó a la cultura y sociedad de aquel momento.

Jesús se volvió igual a nosotros de forma voluntaria: nació, fue niño, adolescente, adulto, tuvo necesidades, alegría y tristezas como todos nosotros. Él nos comprende en todo, porque decidió hacerse humano, pero también nos dejó su ejemplo, enseñándonos como enfrentar los problemas según lo bueno. No según reglas de hombres, sino dependiendo de lo que está realmente bien, según la rectitud de Dios.

Fue diferente a nosotros por varios motivos:

1. Era perfecto: 100% Dios, decidió limitarse a un cuerpo de hombre 100% humano. Todos pecamos (Romanos 3:23), eso te incluye a ti y a mi, pero Jesús no.

2. Marcó la diferencia en la historia de la humanidad. 
- En una época machista defendió la igualdad y trató al hombre y a la mujer de la misma forma. De hecho algunas de sus revelaciones fueron dadas antes a mujeres que a los hombres (Juan 4: 19-26) 
- Defendió que todos debían poder conocer las Escrituras (Mateo 22:29) y por tanto, ¡todos debían poder aprender a leer!
- Dijo que los esclavos eran iguales a los demás, por lo que no debían ser tratados así. Todos los hombres son creación de Dios, y si Él no hace distinción entre nosotros, ¿quiénes somos nosotros para rebajar a los demás al maltrato? (1º Timoteo 2:3-4)
- Los judíos pensaban que solo ellos podían ir al cielo, pero Jesús les desmontó todos los planes. Cualquier persona, de cualquier nación, tendrá vida eterna a su lado si cree en Jesucristo como su Salvador (Romanos 10:12).

Jesús fue valiente para enfrentar el dilema de ser diferente. ¿Y tú? ¿Tienes ese valor? Se que pensarás, ¡es que yo no soy perfecto! ¡Yo no soy Jesús! Pero recuerda que Él está contigo y te dará la fuerza necesaria.

Que el Señor os cuide.

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