domingo, 9 de marzo de 2014

Poner los estudios en mano de Dios

Desde hace un tiempo hasta ahora he tenido la posibilidad de compartir el por qué llegué a estudiar la carrera de Psicología. Hoy voy a hacerlo con vosotros, quizás os sirva de guía si sois de los que, como yo, no tenía una vocación en particular, y no sabía qué hacer con mi futuro.

Los estudios siempre se me han dado más o menos bien. Hasta 4ª de ESO saqué notas muy altas, y en bachillerato, salvo en idiomas (que me costaron un poco), pude mantenerme con una media bastante buena. Pero llegaba el momento de decidir, tenía que decantarme por algo, pero la verdad es que no había nada que me llamara mucho la atención. 

Opté por elegir un Módulo de Grado Superior de los que había en mi instituto. Todo bien, me concedieron la plaza sin problemas y tenía el centro de estudios a cinco minutos de mi casa. Sin embargo, mi padre me dijo:

- Sara, te va bien en los estudio, ¿por qué no te sacas la selectividad? Si después no quieres hacer ninguna carrera, al menos ya tendrás el acceso hecho por si más adelante te interesa...

Detrás de las sabias palabras de mi padre estaba Dios, en ese momento no era consciente de ello, pero una vez que ha pasado el tiempo te das cuenta de todo.

Me presenté a la selectividad, con la sorpresa de aprobar todo sin demasiados problemas (salvo el inglés, que para seguir en mi linea me costó un poco, pero gracias a Dios lo aprobé).

De nuevo mi padre me dijo:

- Sara, ya que has aprobado, ¿por qué no miras si hay alguna carrera que te interese? Total, si al final no entras o no te gusta, siempre puedes entrar al módulo en el que te han aceptado.

¡Ay mi padre! ¡Qué bien lo usó Dios en mi beneficio!

Cuando empecé a informarme de las carreras que habían... Hice una selección muy reducida. Solo dos me llegaron a interesar: Psicología y Logopedia. Cuando las escribí en la inscripción oré: "Señor, que sea lo que tu quieras, porque yo no se que es lo mejor para mi". A los días fui a mirar si había entrado en alguna de las dos carreras. Mi nombre aparecía en los inscritos en Psicología, además en el mejor turno, el de mañana.

Fue un verano difícil de olvidar... No me acababa de creer que fuera a entrar en una carrera. Tened en cuenta que nunca llegué a planificar exactamente qué quería estudiar. Además, Psicología. Jamás en la vida me planteé estudiar eso, salvo cuando lo leí en el listado de carreras. No paraba de pensar: "Señor, ¿tu estás seguro de lo que has hecho? ¿Qué hago yo estudiando eso? ¿Realmente me ves trabajando de psicóloga? Con lo tímida que soy... ¡Si salir a hablar delante de la iglesia me cuesta una barbaridad! ¿Cómo lo voy a hacer?" Me sentía un poco como Moisés cuando le decía a Dios que no era capaz de hacer lo que le había mandado.

Pasó el verano, llegó el momento de empezar. La noche anterior volví a orar: "Señor, mañana empiezo la universidad. Sabes mis inseguridades, solo te pido que me hagas saber pronto si realmente esto es para mi, y sino dímelo cuanto antes. Que sea lo que tu quieras" Ahora me hace gracia, ¿os dais cuenta de como volví a dudar de lo que Dios estaba planeando? 

Solo puedo decir que mi primer día de carrera fue IMPRESIONANTE. Me encantó. Entonces supe que si, eso era para mi. Dios no se estaba equivocando. Seguía sin saber cuales eran sus intenciones para mi vida pero, ya no me importaba, sabía que fuera lo que fuera sería lo mejor. ¡No podía parar de dar gracias a Dios!. Y, ¿sabéis que? Sus planes son siempre mejores de los que pensamos y, si le dejamos, nos va moldeando. 

Antes de terminar la carrera empecé a dar clases con los chicos/as de mi iglesia, llevo cerca de 10 años haciéndolo, colaboro en un punto de misión con los niños/as, además de ponencias en la universidad he podido hacer dos, relacionadas con la psicología en la iglesia a la que voy (¡con el pánico que me daba hablar delante de la gente!) y trabajo de lo mío relacionándome con decenas de personas a lo largo del día. Si Dios puedo trabajar conmigo, también lo puede hacer contigo.


Con esto, lo que quiero que sepáis, sobre todo los que aun no sabéis que hacer con vuestro futuro, es que, lo primero que debéis hacer es orar. Pero no orar pidiendo lo que queréis, sino diciendole a Dios que haga su voluntad en vuestra vida. Creo que es el mejor consejo que os puedo dar. Da igual lo que estudies, sea una carrera, módulo o título de especialidad de cualquier tipo. Dios la puede usar de bendición para su obra.

Espero que os haya servido, que el Señor os bendiga.

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